Una gran mente ha dejado este mundo hoy.
Afilada como una espada e ingeniosa como la que más, hoy una de las mentes más imaginativas de los últimos años abandona nuestra realidad para, espero, seguir creando y disfrutando en alguno de los muchos mundos que ideó.
Un hombre que viendo el mundo que le rodeaba, decidió que la mejor manera de representar la realidad era a través de la fantasía. Un genio capaz de crear en su mente un mundo entero, con su propia ciencia, que atiende a una lógica coherente, y en el que cientos de personajes distintos se desarrollaban y se daban a conocer, trazo por trazo, con cada nuevo libro que escribía. Una realidad alternativa, que dentro de la magia en la que se zambullía, servía como un espejo de nuestra propia sociedad, reflejando sus absurdidades y sus incoherencias tan fielmente que invitaba a la risa.
En un mundo de hechiceros y héroes, los protagonistas sobre los que este genio ponía el foco eran lo que no cabía esperar: Un policía ex-alcohólico con un sentido de la justicia casi patológico, que acabaría con cientos de personas hacha en mano para llegar a tiempo para leer a su hijo un cuento infantil; un grupo de ancianas brujas capaces de realizar hechizos y controlar mentes, pero que prefieren usar la psicología (o cabezología) y las expectativas de la gente a su favor; un dictador sin escrúpulos cuya única obsesión es convertir su ciudad en un lugar mejor, a base de asesinatos a sangre fría si hace falta, o dando la oportunidad a pintorescos criminales de redimirse por un bien superior… y la misma Muerte. La figura sabia que siempre está donde debe estar, pero a la que ni su estatus de Segadora de almas salva de los problemas de tener una nieta adolescente.
La misma Muerte que hoy, a los 66 años de vida de su creador, ha venido a cogerle de la mano, para llevarlo a su casa en el desierto de arena negra, donde la imaginación de Pratchett hará florecer los colores de la humanidad.
Pues en palabras de mi admirado escritor, “la imaginación, y no la inteligencia, es lo que nos hace humanos”, de ser así, Terry Pratchett era Re-humano (al mejor estilo de su Rechicero), pues su imaginación abordaba temas y tiempos históricos de todo tipo, y los transformaba y maleaba hasta que ya no sabías si leías una novela sobre un mundo fantástico o una crítica sobre la industria de Hollywood.
Así se acaba hoy la vida de un hombre que ha conseguido que me duela el cuerpo de reírme disfrutando de sus libros. Un hombre que, con su pintoresco aspecto, llamaba la atención nada más verlo. Un hombre que me hizo pensar en otras formas de ver la realidad, que provocó que comenzase a interesarme por la teoría de los multiversos y me planteó una visión de la religión digna de filósofos de renombre. Un hombre que alegró muchas horas de mi vida, con la verdadera magia que era su imaginación…
Acaba la vida de un hombre al que admiré, admiro, y en el futuro, seguiré admirando con devoción.
Y por ello, te doy las gracias Sir Terry Pratchett. Gracias por haber creado un mundo, gracias por haberme hecho disfrutar tanto… Gracias por haber existido.
Descansa en paz, pues la tortuga seguirá volando y el disco seguirá girando en las mentes que cautivaste.